Se levanta la mañana. Se lava la cara con agua tibia. Luego se lava los dientes muy despacio. No puede dejar de mirarse fijo al espejo. Piensa y se acuerda de lo que escuchó ayer. ¿Lo habrá soñado? Porque su papá no se acerco a decirle nada. Sale del baño impulsado por los gritos de Emilia que quería lavarse la cabeza. Va a su pieza y se pone a escuchar un poco de música mientras se cambia. Tiene una manera muy lenta, por no decir paja, de vestirse. Tarda más de 10 minutos poniéndose las medias. Siempre tarda porque tiene sueño y está recién levantado. Pero hoy no es por eso, no puede dejar de pensar en lo de ayer. Se termina de vestir y va a la cocina a comer un plato de cereales. La mañana estaba más tranquila de lo normal. Su mamá no estaba alterada desde temprano y lo saluda con muy buena onda. Su viejo, con una taza de café en una mano y leyendo el diario le dice:
-Buenos días pibe. Anda a lavarte la cara porque tenés una cara de dormido tremenda.
-Ya me la lave viejo. Aparte tu hija acaparó el baño ya desde temprano.
-No se nota que te lavaste la cara. Tu cara de sueño es indisimulable.
- Dale Quito, apurate que llegas tarde al cole- dice Susana mientras lo levanta rápido de la mesa sin si quiera dejarlo terminar de desayunar.
Por suerte hoy no va caminando al colegio. Le tiene que devolver la bici a Nacho así que aprovecha para irse en bici.
En el camino al cole se cruza con Anita, la mejor amiga de su hermana. Como ella va al mismo colegio, pero en último año. Aprovechan para ir juntos al colegio:
-¡Quito!
-¡Anita! ¿Cómo andas?.
- Bien¿Vos?¿Vas para el colegio?
- Si si, por suerte hoy no voy caminando porque tengo la bici de Nacho.
- Buenísimo, vamos juntos entonces.
A pesar de que era amiga de su hermana y 2 años mayor entre ellos había muy buena onda. Que muchas veces estuvo a punto de dejar ser onda nada más. Siempre se tiraban algún que otro palo. pero ella siempre arrugaba porque sabía que Emilia se iba a enojar muchísimo y no daba por una simple calentura.
Pensando lo que escuchó el día anterior Quito desplaza su mente del camino y sin darse cuenta choca contra un camión de mudanzas estacionado a una cuadra del colegio. Anita corre a ayudarlo pero sin disimular la risa. Para ella es mejor reírse en una tragedia que llorar una desgracia. Ademas era inevitable reírse con semejante trompada que se pego el pobre pibe.
Quito lejos de preocuparse por el golpe se distrae aún más con el pensamiento de la noche anterior ya que el camión de mudanza refuerza sus ideas sobre la charla de sus padres.¿Se estaban por ir y el ni enterado?¿Qué iba a ser de sus amigos, de Nacho, de Anita?
Sus pensamientos se interrumpen caundo escucha la voz de Ana:
- ¿Estás bien Quito?- Pregunta con un tono leve de preocupación y una risa discreta.
- Si si tranquila, adelantante qur ahora llego. Un golde tonto nada más.
-¿Tonto? Semejante golpe fue ese. Y en todo caso un golpe por boludo-Le gritaba Anita mientras se alejaba con la bici derecho al cole.
Quito se repone y el dolor de cabeza por el golpe lo distrajo un poco de las ideas de traslado que tan distraído lo tenían. Se levanta, se sube a la bici como si nada hubiera pasado y llega al cole justo en el momento en el que estaban cerrando la puerta
Este no fue un buen dia para él. Las tres primeras horas eran de Historia y como siempre había olvidado hacer los trabajos. El uno no era lo que le molestaba sino el sermón que tenía que escuchar de su profesora preguntándose como era posible que con Juan como padre no fuera capaz de hacer aunque sea una tarea. Era algo que lo fastidiaba a más no poder. ¿Qué tenía que ver la profesión de su viejo si era él quien debía estudiar y no su papá?. Esa era una de las discusiones que mantenía con la profesora y una razón para ser querido en el curso ya que siempre se tomaba por lo menos una hora de clase para debatir estos temas.
Pasadas las horas de cole, que generaron un buen momento de distracción, la idea de la mudanza retornaba a su cabeza.
Lo pensó durante el camino pero ya lo tenia decidido. Llegaría a la casa a preguntar directamente qué es lo que había escuchado la otra noche y si era cierto lo del cambio de cuidad. Con pasos impacientes avanzó rápidamente en el camino de vuelta su casa. La ansiedad le recorría todo el cuerpo. Estaba completamente decidido a averiguar lo que estaba pasando aunque fuese necesario enfrentar a sus padres como nunca lo había hecho. Los nervios también se hacían presentes en el estomago pero no dejó que estos le ganen a la incertidumbre. Estaba a punto de confirmar o descartar algo que podría cambiar el rumbo de su vida y no pensaba tirarse atrás.
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